25.1.10

Guacarí no escapa a las pretensiones de la hormiga arriera, se apoderan de los cultivos

GUACARÍ - Estos diminutos insectos, que son capaces de cargar 50 veces su peso, se están devorando silenciosamente al Valle del Cauca. Arrasan cultivos, acaban con cimientos de construcciones y desbordan canales. Un censo activó la alarma: 73 mil hormigueros en 17 millones de metros cuadrados, amenaza bajo tierra.
Del salón de kínder de la Escuela El Carmen, ubicado en el corregimiento Chambimbal, de Buga (Valle), sólo quedaron las columnas que lo sostenían, unas pocas baldosas y una pila de pupitres arrumados. Entre las ruinas, tres pequeñas montañas de tierra se levantaron demostrando su soberanía. No son otra cosa que los respiraderos del hormiguero que vivía bajo la escuela.
En cámaras subterráneas prefieren salir de noche. Las obreras que se ven de día cargando hojas en organizadas hileras, son una pequeñísima población de las que trabajan bajo tierra. En cuestión de días generan el debilitamiento de los cimientos de las construcciones.
Aunque sienten una singular fascinación por los cítricos, en especial por la naranja, devoran todo lo que se atraviesa por su camino. Poco a poco están desangrando la economía del Valle. "Ese animal es peligroso y se come hasta el pasto. Yo tenía sembrado fríjol y cítricos, pero acabó con todo. Se apoderó de la finca", comenta Arnulfo Pérez, habitante del municipio. Con nostalgia, don Arnulfo mira los restos de un frondoso árbol de naranja que ahora es la base de un gigantesco hormiguero de 80 metros cuadrados.
El fenómeno quedó al descubierto durante las audiencias públicas del Gobernador del Valle, Juan Carlos Abadia, con las comunidades de los 42 municipios del departamento. Ahora la Secretaría de Agricultura y Pesca del Valle, lidera una guerra contra un poderoso enemigo que pocas veces da la cara. No hay forma de perseguirlo y arrinconarlo, sólo confiar en que los bombardeos con veneno funcionen. No es un oponente cualquiera, se trata de un corpulento animal que es capaz de cargar cincuenta veces su peso y que evade las trampas del hombre.
Como si fuera poco, tiene una vida promedio de 20 años y, según los estudios científicos de la Universidad del Valle, habita en megacolonias de hasta ocho millones de insectos. En este momento cubren un total aproximado de 17 millones 200 mil metros cuadrados. Las guerreras son las encargadas de la seguridad del hogar. Dispuestas a morir por proteger a su reina, tan pronto sienten la presencia de un intruso, salen del hormiguero al ritmo de un silencioso grito de guerra. Con sus afiladas tenazas se prenden de la ropa del visitante y escalan a través de su pantalón buscando un pedazo de piel. Si de casualidad se encuentran con un dedo, se aferran a él como una garrapata hasta que la sangre haga su aparición. Es necesaria arrancarla bruscamente. No tienen piedad: Ni con el hombre ni con los cultivos.
El Programa de Asistencia Técnica Rural de la Secretaría de Agricultura y Pesca de la Gobernación, tiene la misión de liderar esta lucha frontal contra la hormiga arriera, de la mano de las Unidades de Medio Ambiente (Umatas) de cada municipio.